El amor al tren, la añoranza, el afán de aventura, de búsqueda de lo que se perdió. Mis antepasados, los tuyos, el olor a vapor y máquina, la carbonilla en los ojos. La memoria de lo que ya no es, pero será mientras recordemos.
martes, 5 de diciembre de 2017
LA CALAHORRA
Estación abandonada y sin servicio, en mitad de ninguna parte, presenta un aspecto fantasmal. Lejos quedan los tiempos en que sirvió de escenario para el rodaje de escenas ferroviarias en las películas de Sergio Leone (Hasta que llegó su hora, La Muerte tenía un precio o El Bueno, el Feo y el Malo).
Sólo se utiliza como apartadero o para el cruce esporádico de algún convoy. A día de hoy es el punto de partida de unos nuevos elementos en el paisaje, las placas solares o los molinos eólicos que saturan el horizonte.
Lo más curioso del lugar pueden ser los nidos para abejarucos que alguien instaló en todos los pelados y decrépitos árboles que rodean el andén.
Antes de abandonar la estación dirija su vista a la derecha y en la lejanía, cabalgado sobre una loma, podrá adivinar la silueta del imponente castillo de La Calahorra, testigo mudo de esta soledad y abandono.
No necesitará descripción; todos ustedes saben lo que es… lo que era.
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